Una mota blanca y suave
por la cueva se asomó,
era un tierno conejito
que en primavera nació.
Dio uno, dos, tres saltos
y a la pradera salió,
con asombro y complacencia
el verde prado mordió.
Jugueteando entre las flores,
su aroma dulce aspiró
y con el polen dorado
las orejas adornó.
Mamá coneja le dice:
no te alejes por favor,
pero él entusiasmado
pronto olvida su clamor.
Salta de un lado a otro
sin prudencia y sin temor
y de pronto se da cuenta
que su camino extravió.
¡Mamá, mamá! angustiado la llamó
y a su grito acongojado
la coneja apareció,
lo abrazó muy tiernamente,
y el conejito se durmió.
CARMELITA